Posibles causas de la crisis financiera
Posibles causas de la crisis financiera, de Fernando Martín en El Cofidencial
Los comentarios y opiniones que se vienen oyendo y leyendo sobre la crisis financiera, tanto por parte de los políticos como de periodistas y de otros personajes relevantes, parecen disquisiciones sobre algún fallo profundo del sistema financiero que no alcanzamos a entender, y sobre el que se efectúan diversos análisis y se dan variadas, y en algunos casos disparatadas, soluciones.
Casi toda la estructura educativa española, sin duda mejorable, tiende a entrenar a niños y menos niños en la resolución de problemas cuando en la vida real, la mayor parte de las veces, lo verdaderamente difícil es saber cuál es el problema. En esta línea, lo primero sería saber qué es lo que ha ocasionado que algunos bancos caigan y que otros se tambaleen.
La causa, en mi opinión, y que me perdonen los que de esto saben algo, es que algunos gestores bancarios han concedido préstamos, o comprado algún tipo de activo, que no van a poder cobrar. No hay que buscar más profundidades. La pregunta, por lo tanto, es: ¿cómo han podido estos gestores inteligentes conceder préstamos o comprar activos que no iban a poder cobrar? Esa es la pregunta y ese es el problema.
Tenemos por tanto un problema de gestión de las entidades de crédito. Nadie ha obligado a las entidades financieras a comprar nada ni a dar créditos a nadie. Por lo tanto, felicitemos a los gestores de las entidades de crédito que no tienen malos activos y hagamos responsables a aquellos gestores que han podido llevar a sus entidades a situaciones críticas que han podido suponer incluso la desaparición de la propia entidad.
Si buscamos la razón por la cual esas personas inteligentes conceden créditos para no cobrarlos, y con independencia de las responsabilidades que debieran asumir, yo diría que es por el empuje comercial que cualquier organización con ánimo de lucro tiene, y del que, obviamente, los bancos no se libran. Lo que llamo empuje comercial es necesario, es vender, pero debe ser equilibrado por otros empujes. En el caso de los bancos, cuando parece que todo es Jauja, es cuando los más altos directivos deben equilibrar ese empuje comercial de la organización con otros empujes más conservadores.
Si la razón está ahí, está claro que, dada la repetición de crisis financieras, el empuje comercial supera cada cierto tiempo al sentido común y que ni siquiera los auditores, agencias de calificación u organismo supervisor, si existe, son capaces de detectar.
No todos son iguales
Antes de continuar con la argumentación, debo decir que no todos los organismos supervisores son iguales. Hay organismos supervisores que requieren a las entidades financieras poca información y prácticamente no revisan esa información. Voy a defender en este artículo la supervisión como una de las soluciones que planteo para evitar las crisis financieras pero no cualquier tipo de supervisión.
Yo defiendo lo que se denomina inspección, o supervisión, in situ, que es el desplazamiento físico de los inspectores a las entidades y la revisión de sus activos, recursos propios, etcétera, de una manera exhaustiva y con opinión sobre la valoración de sus activos. Muchos países calificados como muy desarrollados no disponen de personal que vaya a las entidades y que ponga en duda la valoración de sus activos. Deben ser los auditores los que cumplan esa función. Los auditores, grandes profesionales en general, son, a la vez, proveedores y críticos. Deben mantener un equilibrio entre mantener la facturación y mantener su prestigio: si hay algo grave en las cuentas deben decírselo a su cliente, es decir, al que le paga y el que le pagará en ejercicios sucesivos si queda satisfecho. A veces el problema es medio grave y los auditores transigen y al año siguiente el problema es más grave y se convierten en esclavos de sus opiniones anteriores. Aquí hay un conflicto de intereses claro que también debería resolverse y del que escribiré otro día.
Dicho lo anterior, en mi opinión hay dos líneas de actuación para intentar evitar las crisis financieras y sus consecuencias: la supervisión in situ y los recursos propios. La primera intenta evitar que los activos malos alcancen volúmenes que puedan poner en peligro a la entidad financiera y los segundos cubrirían las posibles pérdidas que se hubieran alcanzado sin que se llegue a situaciones patrimoniales irreversibles. Más importante la primera que la segunda, puesto que lo que se pretendería es evitar las crisis.
Los activos malos
Otra cosa que se tiene que tener en cuenta al analizar las crisis, y sabiendo que al final son malos activos comprados o concedidos por los gestores, es que no se compran ni se producen de golpe. Un banco no cae de hoy para mañana. Esos activos malos han estado durmiendo muchos días en la entidad y han sido pequeños. Después han sido medianos, después grandes, después muy grandes y después han tenido un tamaño tal que la perdida de ajustar su valoración ha puesto en duda la viabilidad de la entidad. Por esto defiendo como una de las soluciones la inspección in situ que pueda conocer los activos de las entidades y opinar sobre la adecuada valoración de los mismos cuando la pérdida sea asumible por la cuenta de resultados de la entidad.
Lo anterior no significa que defienda la intervención pública en las entidades financieras. Al contrario. Defiendo la gestión privada que además, en general, ha sido muy buena en los últimos años en las entidades españolas poniendo a nuestro sistema financiero entre los mejores del mundo, ayudado también por una normativa bastante conservadora. Defiendo solo el mecanismo externo de control, no de gestión.
En cuanto a los recursos propios, debo decir que creo que las nuevas normas, Basilea II, no mejoran a las antiguas. En mi opinión, no solo no mejoran la prevención de las crisis financieras, sino que dificultan dicha prevención. Esta afirmación se basa en el hecho de que la aplicación de las nuevas normas absorbe muchísimos recursos y dificultan la obtención de conclusiones a corto plazo.
Se ha pretendido establecer normas más modernas que midan mejor el riesgo y los recursos propios que ese riesgo requiera y se ha dificultado la consecución del objetivo final de los organismos supervisores: vigilar por la sanidad y la solvencia de las entidades financieras, evitando crisis financieras y defendiendo, en último término, los depósitos de los ciudadanos.
En esta línea, que las entidades tengan modelos de medición de riesgo avanzadísimos no es un dato a tener en cuenta a la hora de establecer la normativa financiera si esta resulta tan complicada que no se pueden sacar conclusiones a corto plazo sobre la situación de una entidad y si ello supone dedicar un porcentaje muy alto de los efectivos supervisores a revisar modelos teóricos en vez de activos en el balance de las entidades. A efectos supervisores cuanto más capital mejor. Si tienen unos modelos de gestión del riesgo de su cartera avanzadísimos y son certeros ya se verá en su cuenta de resultados. A efectos supervisores, en mi opinión, debe haber una normativa fácil de verificar y con unos recursos propios lo más grandes posibles.
*Fernando Martín es inspector del Banco de España.
2 comentarios
CAROL BEATRIZ GARCIA FLORES -
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JoséRa -