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IBE INSPECTORES DEL BANCO DE ESPAÑA

Inspección

España: Programa de Evaluación del Sector Financiero (FSAP) del FMI

España: Programa de Evaluación del Sector Financiero (FSAP) del FMI
Un equipo del Programa de Evaluación del Sector Financiero (FSAP, en su acrónimo inglés), liderado por el Departamento de Mercados Monetarios y de Capitales del Fondo Monetario Internacional, ha visitado España del 1 al 21 de febrero y del 12 al 25 de abril para llevar a cabo una actualización de la evaluación que realizó en 2006 sobre la fortaleza y estabilidad del sector financiero español. Estas evaluaciones tienen lugar aproximadamente cada 5 años. Este documento muestra algunas conclusiones iniciales de la misión. Estas conclusiones podrán ser revisadas y servirán como base para las discusiones del Artículo IV que se mantendrán con el departamento europeo del FMI a finales de la primavera de 2012. Para más información, véase: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/fsap.htm
Las autoridades españolas se están concentrando en fortalecer el sistema financiero, lo cual es una condición imprescindible para respaldar el más amplio proceso de recuperación económica. Está teniendo lugar una profunda y bienvenida reestructuración del sector de las cajas de ahorros, pero la capacidad para soportar la necesidad de ajustes difiere significativamente según entidades. Los bancos más grandes parecen suficientemente capitalizados y tienen una alta rentabilidad para soportar un mayor deterioro de las condiciones económicas, pero las vulnerabilidades persisten en otros bancos que dependen de apoyo público, y el sector, considerado en su conjunto, permanece vulnerable a las distorsiones persistentes en los mercados de financiación.
La evaluación confirma la necesidad de continuar profundizando en la estrategia de reforma del sector financiero, para solucionar las vulnerabilidades que persisten y construir fuertes colchones de capital en el sector. Una estrategia cuidadosamente diseñada para sanear los balances de las instituciones débiles lo más rápido y mejor posible es esencial para evitar cualquier impacto adverso sobre los bancos más sólidos. Además, la prioridad en la siguiente etapa de la estrategia de reforma del sector financiero debería ser tratar de forma global y efectiva los activos problemáticos en las carteras bancarias (legacy assets).
1. En los últimos cuatro años el sector financiero español ha sufrido una crisis financiera sin precedentes en su historia. Mientras que a este panorama han contribuido factores externos, los riesgos significativos derivados del sector inmobiliario, que se han materializado en el sector de cajas de ahorro, han puesto de manifiesto debilidades en el marco regulatorio, y una excesiva dependencia de la financiación mayorista.
2. Después de la crisis del sector inmobiliario se está produciendo una muy sustantiva y necesaria reestructuración del sector de cajas de ahorro. La reforma del marco jurídico de las cajas, junto con el apoyo financiero del FROB (vehículo de recapitalización
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público) han jugado un papel decisivo en el necesario proceso de reforma para reestructurar el sector bancario. El número de instituciones se ha reducido de 45 a 11 a través de intervenciones, fusiones y adquisiciones. Estas acciones se han centrado en las instituciones más débiles, y hacia finales del 2012, se habrá resuelto un conjunto de instituciones que representan cerca del 15% del sistema, y cuyos activos totales equivalen al 50% del PIB.
3. Recientemente se han aumentado los requerimientos de provisiones bancarias, anticipando posibles pérdidas futuras de crédito relacionadas con el sector inmobiliario y el débil escenario macroeconómico. Sin embargo, será difícil para algunos bancos cumplir con estos nuevos requerimientos y la percepción de los mercados sobre los crecientes riesgos soberanos y del sector bancario puede añadir presiones adicionales sobre los bancos, especialmente sobre aquellos que afrontan mayores necesidades de financiación mayorista.
4. La prueba de resistencia llevada a cabo por el equipo, que ha cubierto más del 90% del sistema bancario doméstico, ha mostrado que la mayor parte de los bancos tendrían capacidad de resistir shocks futuros, aunque existen bolsas de vulnerabilidad. La mayor tolerancia de los prestamistas –algo que las autoridades supervisoras señalan está siendo vigilado de cerca- no ha podido ser recogido plenamente en la prueba de resistencia debido a la falta de datos y esto puede haber impedido apreciar la dimensión del riesgo de crédito en algunas entidades. Los resultados del equipo sugieren:
 Los bancos de mayor tamaño están suficientemente capitalizados y tienen una rentabilidad sólida como para poder resistir un mayor deterioro de las condiciones económicas. La solidez de los colchones de capital de la mayor parte de los bancos así como la fuerte capacidad de generar ingresos de los grandes bancos diversificados internacionalmente, han reducido la preocupación sobre la solvencia del conjunto del sistema frente a un evento, poco probable, de que confluyan desarrollos macroeconómicos adversos.
 Un grupo de diez bancos, la mayoría de los cuales han recibido ayudas públicas y se encuentran, con diferentes grados de avance, en proceso de resolución, ha sido identificado como vulnerable. Cinco de estos bancos han sido ya adquiridos o se han fusionado con otras entidades solventes. Tres se encuentran en proceso de ser subastados y los dos restantes han remitido planes de negocio que han sido aprobados por el supervisor. Con el fin de preservar la estabilidad financiera, es esencial que estos bancos, y en particular el de mayor tamaño, tomen medidas rápidas y decisivas para fortalecer sus balances y mejorar su gestión y su gobierno corporativo.
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 Aunque la posición de liquidez ha mejorado y la financiación del BCE ha ofrecido cierto alivio, los bancos españoles necesitan continuar fortaleciendo sus colchones de capital de forma que puedan acceder libremente a los mercados financieros de financiación.
5. Las autoridades, acertadamente, se están concentrando en el fortalecimiento del sector bancario, que es una condición esencial para apoyar un proceso más amplio de recuperación económica. Hay un apropiado sentido de urgencia por parte de las autoridades, junto a una conciencia de la necesidad de una estrategia cuidadosamente diseñada, dadas las potenciales implicaciones sobre la dinámica de la deuda pública. De hecho, a menos que se produzca un saneamiento rápido y adecuado de balances en las instituciones débiles, los bancos solventes sufrirán innecesariamente por una continuada pérdida de confianza de los mercados en el sector bancario.
6. La prioridad para la próxima fase de la estrategia de reforma financiera debe ser abordar de forma efectiva y completa los activos problemáticos en las carteras bancarias. Hay una variedad de opciones para la gestión de los activos dañados, incluyendo su mantenimiento en los balances de los bancos o el establecimiento de sociedades públicas o privadas especializadas de gestión de activos. A fin de orientar sobre la mejor estrategia para el sistema bancario español de cara al futuro, un diagnóstico completo de los activos problemáticos puede ser particularmente útil.
7. Las autoridades están adoptando una estrategia de reparto de la carga entre el sector público y privado con el fin de solucionar los bancos problemáticos. Los recursos públicos se canalizan a través del FROB-el vehículo establecido por el Estado para impulsar dicho proceso-, mientras que los recursos privados proceden del esquema de garantía de depósitos, el FGD, financiado por la industria. Para evitar que los costes de resolución sean demasiado elevados para que la industria los pueda soportar, una vez agotadas las opciones para una recapitalización privada puede ser necesario un mayor recurso a la financiación pública, con el fin de preservar la estabilidad financiera y evitar un excesivo desapalancamiento.
8. La valoración del marco de supervisión financiera ha identificado fortalezas y debilidades clave. Las principales fortalezas de las agencias supervisoras son su personal altamente experimentado y respetado, apoyado por buenos sistemas de información y por rigurosos procesos supervisores. La existencia de un fuerte nexo entre las autoridades facilita la cooperación y el flujo de información, y varias recomendaciones hechas en FSAP previos han sido abordadas. Sin embargo, una serie de debilidades debe ser tratado, entre las cuales se incluye la necesidad de:
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 Fortalecer la independencia regulatoria de los reguladores bancarios y de valores y la falta de independencia financiera/presupuestaria de los reguladores se seguros y valores;
 Fortalecer la autoridad que tiene el regulador bancario para abordar, de forma preventiva, la acumulación de riesgos en el sistema;
 Fortalecer el marco regulatorio del sector de los seguros (el actual régimen de solvencia no es sensible al riesgo) y el seguimiento de la potencial acumulación de riesgos en el sector debido a un régimen de solvencia anticuado; y
 Fortalecer el régimen de medidas de saneamiento y sanciones en la supervisión bancaria y de valores.

A 'Bad' Bank Can Solve Our Problems. Subsidizing institutions that hold toxic assets only prolongs the pain. By DAVID ROCHE


As bank shares plunge to new lows around the world, it seems we have entered the next stage of the financial crisis -- most likely the last chapter in this horror story. The final word will probably be nationalization of the major financial institutions in the United States and the United Kingdom and in many other countries.
How has it come to this? The global credit crisis and the ensuing economic slump we are now entering have both ultimate and proximate causes. The ultimate cause was the ingrained social behavior of the U.S., the U.K. and many other economies over the past two decades that put instant gratification of consumption over the ability to pay for it. Thrift gave way to borrowing and excessive spending. That in turn led to huge global imbalances and distortions. The proximate cause of the crisis was how these excesses were financed through liquidity creation in innovative ways and in huge proportions.
Understanding these causes can explain why it has become so difficult to solve the crisis. Desperate to preserve the value of asset prices inflated by this huge liquidity bubble, policy makers have avoided the painful solution. The liquidity injections, the bailout programs, and the fiscal-stimulus packages try to sustain asset prices, when these prices need to fall to market levels so they can be cleared. The policy makers have just prolonged the crisis.
I am reminded of the clear conclusions of the World Bank’s thorough analysis in a 2002 paper "Managing the Real and Fiscal Costs of Banking Crises," which examined banking crises over the past 50 years: "Accommodating measures such as open-ended liquidity support, blanket deposit guarantees, regulatory forbearance, repeated recapitalizations and debtor bailouts appear to increase significantly the costs of banking crises. Did these accommodating policies achieve faster economic recovery? We failed to uncover evidence that they did. Indeed, they seem to have prolonged crises because recovery took longer."
As we saw in Japan in the 1990s, if the market is not allowed to clear, the financial crisis will be prolonged. Although debt deflation may be avoided, the economic recession will be longer and the recovery weaker.
There is nothing mysterious about the policy steps that need to be taken to get us out of this mess as quickly as possible. It is not rocket science. In fact, it was successfully carried out by the Scandinavian authorities back in 1991. The banks must be forced to disclose their "toxic" assets (the German banks have about 300 billion euros, the U.K. banks probably 200 billion pounds, and the U.S. banks maybe $800 billion). Then these must be written down to market prices with the hit being taken by shareholders and bondholders -- but not depositors. If that means most banks become insolvent, then so be it.
In effect, this function can be executed by the setting up of a "bad bank," as the Swedes did in the early 1990s. The bad bank clears the toxic assets off the books of banking systems by buying them at market prices and forcing write downs by the banks. A good bad bank forces banks to write down their bad assets and cleanse their balance sheets with those made insolvent being recapitalized, nationalized or liquidated by the state. But it is equally possible to use a bad bank to buy the banks’ toxic waste at inflated prices so that the bank can start lending again. That’s when it becomes a bad bad bank.
Unfortunately, so far, all the policy makers in the U.S., the U.K. and Europe have rejected the good bad-bank approach and we are now entering the third year of credit crunch with most banks already on their knees. Both the new U.S. administration and the current U.K. leadership are still in denial.
Last October, when the U.K. came up with a better blueprint for dealing with the credit crisis through recapitalization than the Bush administration’s poorly conceived Troubled Asset Relief Program (TARP), I gave the Brown government credit for doing so, but faulted it for omitting the good bad-bank function. And now the latest U.K. bailout program, introduced because the October bailout is not working, has also eschewed the good bad-bank option and opted instead for an insurance guarantee scheme.
This new bailout package proposes to insure banks against losses on their remaining toxic assets. Banks will pay a 10% insurance fee, payable with either cash or equity. The taxpayers will take on the risk of losses on 90% of the toxic assets insured. The toxic assets remain on the banks’ books, but the banks no longer have any risk in their exposure to them.
The government shied away from the good bad-bank solution because if toxic assets had been written down, most of the U.K. banking system would have been bust and forced into nationalization. In the U.S., the Obama administration is also apparently considering both the bad bank and the insurance solution. I fear they will opt for the latter.
It’s natural for policy makers to say, "We know where the problem at the heart of the credit crisis is: it is a lack of lending and we must get credit flowing." If only it were that simple. What policy makers on both sides of the Atlantic desire is to sustain household leverage and consumption at any price, when the only exit from the credit crisis involves a return to thrift by the overleveraged. That cannot be achieved painlessly.
Indeed, household debt in the U.S. and much of Europe reached such extremes that today it is lack of demand -- rather than the impaired supply of credit -- that is driving the deleveraging process and deepening the economic recession. So it is unlikely that even politically decreed credit expansion would be effective in turning the economy around.
By not adopting the good bad-bank solution, the system remains as corrupted as before. The bad assets will continue to suck resources out of the economic system in the form of zombie borrowers, misallocation and mispricing of capital, public sector debt, and budget deficits. And as the reaction to the U.K. scheme is showing, avoiding the core problem fails to inspire confidence, so it is unlikely to result in any increase in aggregate credit or even forestall the inevitable nationalization of insolvent banks for long.

In today’s money, the U.S. government alone has spent (counting fiscal spending, not Fed liquidity injections) a sufficient amount of money on the credit crisis to fund two Vietnam Wars. Around 90% of this spending has been to sustain lending and consumption, rather than to tackle the root causes of the credit crisis: overleveraged assets financed by excessive credit creation.
I suppose it is possible that the sheer weight of all this largesse will eventually overcome the structural failures of the financial system and produce economic recovery. (I doubt it, but I can’t be sure because we’ve never been here before.) But if such profligate policies do produce economic recovery, they will do so by creating more bubbles, with the same ultimate consequences of collapse, though on an even grander scale.
Such a recovery would be welcomed by the markets and send traders back to the champagne bars of Wall Street and London. Eventually, however, the second crash would make today’s look like kids’ stuff.

Mr. Roche is president of Independent Strategy (www.instrategy.com), a London-based consultancy, and co-author of "New Monetarism" (Lulu Enterprises, 2007).

Debate sobre la PNL presentada al Congreso para regular la inspección del BdE 2 hrs 8 min

Debate sobre la PNL presentada al Congreso para regular la inspección del BdE 2 hrs 8 min

http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/GenericPopUp?_piref73_2138150_73_2138147_2138147.next_page=/wc/verEmision&video=mms://congresodiferido.congreso.es//archivo/diferido/09//09_000400_250/09_000400_250.wsx&canal=2&nombreOrgano=Sesi%C3%B3n%20Plenaria&fechaSeleccionada=19%20de%20Julio%20de%202011&directo=no&origen=archivoAudiovisual&origen=archivoAudiovisual&idOrgano=400&idSesion=250



¿Existen los informes de los inspectores?

¿Existen los informes de los inspectores?

En diferentes artículos de prensa hemos constatado que no es suficientemente conocida la labor que realizamos los Inspectores del Banco de España, por lo que se puede transmitir a la opinión pública una visión distorsionada respecto a nuestro trabajo, que incluso a veces se confunde con las decisiones tomadas por los Órganos Rectores de dicha Institución.

 Es por ello que nos parece conveniente puntualizar que si bien la opinión técnica de los Inspectores se pone de manifiesto en los diferentes informes y notas de seguimiento, son los Órganos Rectores del Banco de España los que toman las decisiones que consideran oportunas, sobre la base de dichos informes y notas, ambos no vinculantes.

 En el seno del cuerpo de Inspección han existido históricamente, y existen, una serie de mecanismos de hecho que determinan una serie de fases en la actuación inspectora, pero quedan por regularse formalmente aspectos muy relevantes de la actuación inspectora, tales como las potestades (tanto inspectoras como de primera reacción ante irregularidades) y los correlativos deberes de los inspeccionados; la regulación básica de los inspectores, esto es, su capacidad técnica, autonomía funcional, independencia y posibilidad de ejercer potestades públicas; y un marco general de la actividad de supervisión e inspección.

 Los Órganos Rectores del Banco de España son los que tienen la potestad legal para decidir cuándo debe inspeccionarse una entidad, los que emiten las recomendaciones y/o requerimientos resultantes de las inspecciones y los que resuelven cuando ha de incoarse un expediente disciplinario a una entidad. Por tanto, los Inspectores, que somos empleados del Banco de España y no un Cuerpo Superior de la Administración con independencia técnica reconocida por ley, realizan las funciones de inspección en el momento, el plazo y el alcance marcado por los Órganos Rectores del Banco de España, y plasman los resultados de sus visitas en un informe de inspección que no es siquiera preceptivo.

 Sobre estas premisas pueden surgir diferencias entre los informes y notas de los Inspectores y las decisiones adoptadas por Banco de España. Éstas se ejemplifican en la carta remitida por la Asociación de Inspectores, en el año 2006, al entonces Ministro de Economía, Sr. Solbes, recientemente publicada en la prensa. En ella, se ponían en evidencia los desequilibrios y riesgos que estaba asumiendo buena parte del sector financiero español, y de las graves consecuencias que podrían tener para el bienestar de familias y empresas. También se le instaba a tomar medidas, dado el nulo eco que, en los Órganos Rectores del Banco de España, encontraban las recomendaciones de los Inspectores.

 La distinción entre los Órganos Rectores del Banco de España y los Inspectores radica, tanto en su naturaleza, como en sus funciones. Respecto a su naturaleza, los integrantes de los Órganos Rectores del Banco de España son propuestos por el poder político. Los Inspectores, hasta ahora, ingresan por oposición, lo que constituye una garantía de su independencia. Respecto de sus funciones, la Ley de Autonomía del Banco de España atribuye a éste y, por tanto, en última instancia, a sus Órganos Rectores la función de supervisar la solvencia, actuación y cumplimiento de la normativa específica de las entidades de crédito. Sin embargo, lamentablemente, no existe ninguna disposición legal, ni reglamentaria que atribuya dicha función a los Inspectores, ni que regule su actividad. Desde la Asociación de Inspectores, llevamos largo tiempo solicitando la regulación de nuestro trabajo. Ésta constituye la principal reivindicación histórica de nuestra Asociación, para lo que hemos mantenido, desde años atrás, reuniones con los grupos parlamentarios a tal fin, hasta ahora sin éxito. Pensamos que la sociedad española merece que las leyes garanticen que exista un cuerpo independiente y cualificado que constantemente revise y valore la actividad del sistema financiero, y emita informes sobre su situación, partiendo de un procedimiento legalmente regulado. Pero, hoy, ninguna norma garantiza esto. Así, la regulación no garantiza que tales informes se encarguen, ni que este encargo se haga a Inspectores, ni que se realicen con los medios necesarios, ni que antes de tomar una decisión se cuente con uno de estos informes. Creemos que el bienestar de las familias y empresas españolas merecen garantizar por ley que el trabajo de supervisión se realice constantemente, y que se realice de forma independiente y profesional.

 Todo ello, sin menoscabo de que la mala gestión, de producirse, es responsabilidad directa de los administradores y directivos de las entidades de crédito cuya responsabilidad está sujeta a la Ley de disciplina e Intervención en las Entidades de Crédito, la cual tipifica las distintas infracciones y sus correspondientes sanciones a las entidades y a sus administradores, directivos y titulares de participaciones significativas.

 La Audiencia Nacional, en una sentencia relativa a la crisis de un banco, nos recuerda que “la mala gestión de una entidad bancaria tiene su directa causa en las decisiones de sus administradores; el

riesgo de una mala gestión existe y se trata de amortizar, creando un fondo de garantía al efecto. Pero se trata de un riesgo inevitable”.

 Asociación de Inspectores de Banco de España.

Posibles causas de la crisis financiera

Posibles causas de la crisis financiera, de Fernando Martín en El Cofidencial

20 Noviembre, 2008

 

Los comentarios y opiniones que se vienen oyendo y leyendo sobre la crisis financiera, tanto por parte de los políticos como de periodistas y de otros personajes relevantes, parecen disquisiciones sobre algún fallo profundo del sistema financiero que no alcanzamos a entender, y sobre el que se efectúan diversos análisis y se dan variadas, y en algunos casos disparatadas, soluciones.

Casi toda la estructura educativa española, sin duda mejorable, tiende a entrenar a niños y menos niños en la resolución de problemas cuando en la vida real, la mayor parte de las veces, lo verdaderamente difícil es saber cuál es el problema. En esta línea, lo primero sería saber qué es lo que ha ocasionado que algunos bancos caigan y que otros se tambaleen.

La causa, en mi opinión, y que me perdonen los que de esto saben algo, es que algunos gestores bancarios han concedido préstamos, o comprado algún tipo de activo, que no van a poder cobrar. No hay que buscar más profundidades. La pregunta, por lo tanto, es: ¿cómo han podido estos gestores inteligentes conceder préstamos o comprar activos que no iban a poder cobrar? Esa es la pregunta y ese es el problema.

Tenemos por tanto un problema de gestión de las entidades de crédito. Nadie ha obligado a las entidades financieras a comprar nada ni a dar créditos a nadie. Por lo tanto, felicitemos a los gestores de las entidades de crédito que no tienen malos activos y hagamos responsables a aquellos gestores que han podido llevar a sus entidades a situaciones críticas que han podido suponer incluso la desaparición de la propia entidad.

Si buscamos la razón por la cual esas personas inteligentes conceden créditos para no cobrarlos, y con independencia de las responsabilidades que debieran asumir, yo diría que es por el empuje comercial que cualquier organización con ánimo de lucro tiene, y del que, obviamente, los bancos no se libran. Lo que llamo empuje comercial es necesario, es vender, pero debe ser equilibrado por otros empujes. En el caso de los bancos, cuando parece que todo es Jauja, es cuando los más altos directivos deben equilibrar ese empuje comercial de la organización con otros empujes más conservadores.

Si la razón está ahí, está claro que, dada la repetición de crisis financieras, el empuje comercial supera cada cierto tiempo al sentido común y que ni siquiera los auditores, agencias de calificación u organismo supervisor, si existe, son capaces de detectar.

No todos son iguales

Antes de continuar con la argumentación, debo decir que no todos los organismos supervisores son iguales. Hay organismos supervisores que requieren a las entidades financieras poca información y prácticamente no revisan esa información. Voy a defender en este artículo la supervisión como una de las soluciones que planteo para evitar las crisis financieras pero no cualquier tipo de supervisión.

Yo defiendo lo que se denomina inspección, o supervisión, in situ, que es el desplazamiento físico de los inspectores a las entidades y la revisión de sus activos, recursos propios, etcétera, de una manera exhaustiva y con opinión sobre la valoración de sus activos. Muchos países calificados como muy desarrollados no disponen de personal que vaya a las entidades y que ponga en duda la valoración de sus activos. Deben ser los auditores los que cumplan esa función. Los auditores, grandes profesionales en general, son, a la vez, proveedores y críticos. Deben mantener un equilibrio entre mantener la facturación y mantener su prestigio: si hay algo grave en las cuentas deben decírselo a su cliente, es decir, al que le paga y el que le pagará en ejercicios sucesivos si queda satisfecho. A veces el problema es medio grave y los auditores transigen y al año siguiente el problema es más grave y se convierten en esclavos de sus opiniones anteriores. Aquí hay un conflicto de intereses claro que también debería resolverse y del que escribiré otro día.

Dicho lo anterior, en mi opinión hay dos líneas de actuación para intentar evitar las crisis financieras y sus consecuencias: la supervisión in situ y los recursos propios. La primera intenta evitar que los activos malos alcancen volúmenes que puedan poner en peligro a la entidad financiera y los segundos cubrirían las posibles pérdidas que se hubieran alcanzado sin que se llegue a situaciones patrimoniales irreversibles. Más importante la primera que la segunda, puesto que lo que se pretendería es evitar las crisis.

Los activos malos

Otra cosa que se tiene que tener en cuenta al analizar las crisis, y sabiendo que al final son malos activos comprados o concedidos por los gestores, es que no se compran ni se producen de golpe. Un banco no cae de hoy para mañana. Esos activos malos han estado durmiendo muchos días en la entidad y han sido pequeños. Después han sido medianos, después grandes, después muy grandes y después han tenido un tamaño tal que la perdida de ajustar su valoración ha puesto en duda la viabilidad de la entidad. Por esto defiendo como una de las soluciones la inspección in situ que pueda conocer los activos de las entidades y opinar sobre la adecuada valoración de los mismos cuando la pérdida sea asumible por la cuenta de resultados de la entidad.

Lo anterior no significa que defienda la intervención pública en las entidades financieras. Al contrario. Defiendo la gestión privada que además, en general, ha sido muy buena en los últimos años en las entidades españolas poniendo a nuestro sistema financiero entre los mejores del mundo, ayudado también por una normativa bastante conservadora. Defiendo solo el mecanismo externo de control, no de gestión.

En cuanto a los recursos propios, debo decir que creo que las nuevas normas, Basilea II, no mejoran a las antiguas. En mi opinión, no solo no mejoran la prevención de las crisis financieras, sino que dificultan dicha prevención. Esta afirmación se basa en el hecho de que la aplicación de las nuevas normas absorbe muchísimos recursos y dificultan la obtención de conclusiones a corto plazo.

Se ha pretendido establecer normas más modernas que midan mejor el riesgo y los recursos propios que ese riesgo requiera y se ha dificultado la consecución del objetivo final de los organismos supervisores: vigilar por la sanidad y la solvencia de las entidades financieras, evitando crisis financieras y defendiendo, en último término, los depósitos de los ciudadanos.

En esta línea, que las entidades tengan modelos de medición de riesgo avanzadísimos no es un dato a tener en cuenta a la hora de establecer la normativa financiera si esta resulta tan complicada que no se pueden sacar conclusiones a corto plazo sobre la situación de una entidad y si ello supone dedicar un porcentaje muy alto de los efectivos supervisores a revisar modelos teóricos en vez de activos en el balance de las entidades. A efectos supervisores cuanto más capital mejor. Si tienen unos modelos de gestión del riesgo de su cartera avanzadísimos y son certeros ya se verá en su cuenta de resultados. A efectos supervisores, en mi opinión, debe haber una normativa fácil de verificar y con unos recursos propios lo más grandes posibles.

*Fernando Martín es inspector del Banco de España.